¿ Qué es la Terapia Cognitivo- Conductual ?
Cada orientación psicológica entiende la clínica de una forma diferente. No todas las orientaciones en psicología clínica tienen los mismos niveles de eficacia o eficiencia. Es importante hacer notar que la relación de una orientación en psicología clínica con la investigación en psicología científica, es un predictor de eficacia en el tratamiento.
La Terapia Cognitivo- Conductual (TCC) cobró fuerza a finales de la década de los 80, pero sus raíces se encuentran en la década de los 60. Su surgimiento se debe en gran parte al desencanto con los resultados del psicoanálisis que era la orientación de terapia más extendida en aquella época. Actualmente la Terapia Cognitivo Conductual se encuentra enormemente avanzada, tanto en Europa como en Estados Unidos, tratándose de la orientación psicológica más avalada por la ciencia en la actualidad.
Algunas características de esta terapia
La TCC trata de modificar pensamientos, respuestas psicofisiológicas y conductas manifiestas, desarrollando paralelamente un alto grado de conocimiento emocional.
La TCC está orientada hacia el presente, se investiga el funcionamiento actual sin desatender exploraciones del pasado que puedan ayudar a conocer y entender la historia de aprendizaje de la persona que acude a consulta. El énfasis de la TCC está puesto más en el ” que tengo que hacer para cambiar” que en el ” por qué”. Aunque encontrar la razón del problema o malestar puede tranquilizar a la persona que busca ayuda y motivar su cambio, además de proporcionar al psicólogo una visión más precisa de la adquisición y mantenimiento del problema, los datos de la investigación indican que explorar expresamente el pasado y conocer cuáles son los motivos para que algo ocurra no se relaciona necesariamente con identificarla solución y no es suficiente para producir un cambio. La búsqueda de causas en la TCC está regida por la utilidad que puedan tener.
La TCC pone énfasis en la evaluación continuada y rigurosa del proceso de tratamiento, midiendo los progresos obtenidos a lo largo de todo el tratamiento.
La TCC fomenta la independencia del paciente: dado que este tipo de terapia busca lograr autocontrol enfatiza el aprendizaje de nuevos repertorios de comportamiento y la mejoría de los síntomas.
La TCC rechaza el principio de la sustitución de síntomas. La falsa idea de sustitución, difundida por la escuela psicodinámica, que considera un síntoma como la única salida a un proceso neurótico subyacente que si se elimina surgirán otros, está absolutamente descartada por la psicología científica.
La TCC aporta soluciones de fondo, simplemente porque modifica aquello que genera malestar o déficit en el funcionamiento del individuo. Es cierto que no puede darse al paciente garantías de una vida sin emociones de afecto negativo, pero tampoco sería ni posible ni adecuado. Pero la TCC sí puede dar garantía respecto al motivo de consulta.
La TCC sí aborda y maneja en sus tratamientos contenido y formas de procesamiento inconsciente, pero no como un ámbito soterrado y oscuro de nuestro comportamiento , sino lo inconsciente desde los datos de la psicología cognitiva experimental, es decir, como rutinas automatizadas, procesamiento subliminal, etc.
La TCC pone el énfasis en el cambio. Se solicita al paciente practicar nuevas formas de comportamiento, consigo mismo y con los demás. El entrenamiento y pautas de las sesiones debe continuar fuera con el objetivo de afianzar y generalizar las nuevas estrategias o enfoque del problema. Se centra en la resolución de problemas.
La TCC utiliza programas de tratamiento que han demostrado su eficacia pero ajustando siempre ese programa a las necesidades y características concretas del sujeto que presenta el problema.
La TCC desmitifica la terapia. El plan de tratamiento y el proceso terapéutico retiran ” el velo de misterio” que cubre a casi todas las psicoterapias, al permitirle al paciente un libre acceso y cuestionamiento de la información teórica y metodológica que sustenta el tratamiento que está recibiendo.
La TCC tiene una base empírica y trabaja con la participación activa del paciente. Las tesis cognitivo conductuales han sido ampliamente comprobadas respecto a su eficacia para tratar una variedad de trastornos para los que está comprobado que funciona.
¿ Psicólogo o psiquiatra ?
¿Qué diferencia hay entre un psicólogo clínico y un psiquiatra?
El psiquiatra se diferencia del psicólogo clínico en diversos aspectos. El primero, es que el psiquiatra es un licenciado en medicina y el psicólogo clínico es un licenciado en psicología. Por ello, el psiquiatra considera los problemas del paciente como resultado de que algo no funciona bien en el organismo (en el cuerpo); por el contrario el psicólogo clínico se centra en aspectos psicológicos (cómo influyen en el problema las relaciones y situaciones sociales, familiares, las emociones propias y de los demás, la opinión y visión personal que se tiene sobre los problemas, etc.). Esto no quiere decir que el psicólogo excluya en su tratamiento los aspectos orgánicos, o que el psiquiatra haga lo propio con los factores psicológicos. Sin embargo, sí debe quedar claro que ambos se diferencian en la mayor importancia que dan a lo psicológico (psicólogo clínico) o a lo orgánico (psiquiatra). En consonancia con esto la segunda diferencia está en qué hacen ambos profesionales. El psiquiatra se ocupa, habitualmente, de diagnosticar y recetar un fármaco; y el psicólogo clínico, junto con el diagnóstico, busca analizar las dificultades específicas del paciente en su día a día y hace un plan ajustado a éstas para superarlas.
¿Qué es un tratamiento psicológico?
Los tratamientos psicológicos
Un tratamiento psicológico es una intervención profesional, basada en técnicas psicológicas, en un contexto clínico (Centro de Salud Mental, Hospital, consulta privada, Asociaciones de personas afectadas, etc.). En ella un especialista, habitualmente un psicólogo clínico, busca eliminar el sufrimiento de otra persona o enseñarle las habilidades adecuadas para hacer frente a los diversos problemas de la vida cotidiana. Ejemplos de esto son ayudar a una persona a superar su depresión o reducir sus obsesiones, trabajar con una familia con conflictos entre sus miembros para que sepan comunicarse mejor, o enseñar a un adolescente a relacionarse con otros compañeros de modo más sociable y menos agresivo.
Un tratamiento psicológico implica, entre otras cosas, escuchar con atención lo que el paciente tiene que decir y buscar qué aspectos personales, sociales, familiares, etc., son responsables del problema. También supone informar al paciente sobre cómo puede resolver los problemas planteados y emplear técnicas psicológicas específicas tales como, por ejemplo, el entrenamiento en respiración o relajación, la resolución de problemas interpersonales, el cuestionamiento de creencias erróneas, el entrenamiento en habilidades sociales, etc. El empleo de fármacos no es parte del tratamiento psicológico, aunque pueden combinarse ambos tipos de terapia cuando se considera oportuno.
En resumen, los tratamientos psicológicos son aplicados por psicólogos clínicos, que son los especialistas en los problemas del comportamiento humano y que utilizan técnicas especializadas de evaluación (una entrevista, una historia clínica, tests y cuestionarios, etc.), y de tratamiento, cuya eficacia ha sido contrastada en diversas investigaciones científicas.
El tratamiento psicológico puede llevarse a cabo con personas (una sola persona), parejas, familias y grupos. Es posible combinar, según los casos y necesidades, el formato de tratamiento; así, puede realizarse un tratamiento en grupo junto con sesiones de asistencia individual. La intervención puede durar desde una o unas pocas sesiones (p.ej., en situaciones de crisis o asesoramiento) hasta varios años (en el caso del psicoanálisis). Lo más frecuente es que se extienda de 5 a 50 sesiones de alrededor de 1 hora y de frecuencia semanal. El número de sesiones depende del tipo o número de problemas y de la gravedad de éstos.
La forma habitual de tratamiento psicológico supone un contacto personal con el psicólogo. No obstante, también pueden utilizarse medios complementarios para cubrir algunos aspectos del tratamiento: teléfono, correo o Internet (e-mail, videoconferencia, Chat). El uso de estos medios, con las garantías clínicas y éticas precisas, es útil cuando el paciente: a) tiene dificultades físicas o geográficas para acudir a la consulta del profesional o su problema se lo impide (p.ej., agorafobia o fobia social severas), b) quiere seguir la terapia con el mismo terapeuta, pero debe ausentarse por traslado u otras causas, c) desea un anonimato mayor o total, d) es capaz de comunicarse eficazmente a través de los medios técnicos citados, e) posee los recursos para manejar sus problemas con el apoyo no presencial, f) presenta un trastorno no muy grave, g) desea simplemente hacer una consulta o solicitar la opinión profesional del psicólogo.
Tratamientos considerados eficaces
Los tratamientos son evaluados no de forma genérica sino considerando su utilización en cada problema concreto. No puede hablarse de tratamientos eficaces en general. Lo que se persigue es establecer qué tratamiento o tratamientos concretos aplicados por quién son más eficaces para un particular con un problema determinado y bajo qué circunstancias. Los criterios metodológicos y las investigaciones concretas que sustentan la calificación de eficacia no se recogen aquí, sin embargo puede encontrar referencias de ellas el lector al final de este trabajo.
Tratamientos con apoyo empírico para diferentes trastornos en adultos
Trastornos de Ansiedad
- Trastorno de pánico, con y sin agorafobia v Terapia cognitivo conductual v Exposición en vivo.
- Fobia social v Terapia cognitivo conductual v Desensibilización sistemática.
- Fobias específicas v Exposición en vivo.
- Fobia a la sangre v Tensión aplicada.
- Trastorno de ansiedad generalizada v Terapia cognitivo conductual.
- Trastorno de estrés postraumático v Terapia cognitivo conductual v Exposición en vivo.
- Trastorno obsesivo compulsivo v Exposición con prevención de respuesta v Terapia cognitivo conductual
Depresión
- Depresión mayor v Terapia cognitivo conductual v Terapia dinámica breve v Terapia interpersonal.
- Trastorno bipolar v Terapia cognitivo conductual.
- Depresión en ancianos v Terapia cognitivo conductual v Terapia interpersonal.
Trastornos sexuales y de pareja
- Problemas de pareja v Terapia cognitivo conductual.
- Disfunción eréctil v Terapia cognitivo conductual v Desensibilización sistemática.
- Vaginismo v Terapia de Master y Jonson.
- Bajo deseo sexual femenino v Terapia combinada de Hulbert y de Zimmer.
- Parafilias y abuso sexual v Terapia cognitivo conductual.
Trastornos adictivos
- Alcoholismo v Terapia cognitivo conductual.
- Dependencia de opiáceos v Terapia cognitivo conductual v Terapia dinámica breve.
- Dependencia de la cocaína v Terapia cognitivo conductual.
- Dependencia del tabaco v Terapia cognitivo conductual multicomponente con prevención de recaídas.
Trastornos del comportamiento alimentario
- Anorexia v Terapia cognitivo conductual.
- Bulimia v Terapia cognitivo conductual v Terapia interpersonal.
- Sobreingesta compulsiva v Terapia cognitivo conductual v Terapia interpersonal.
- Obesidad v Terapia cognitivo conductual.
Trastornos psicosomáticos
- Dolor de cabeza v Terapia cognitivo conductual.
- Dolor de espalda v Terapia cognitivo conductual.
- Dolor crónico v Terapia cognitivo conductual.
- Síndrome de Raynaud v Biofeedback de temperatura.
- Síndrome del intestino irritable v Terapia cognitivo conductual.
- Trastorno dismórfico corporal v Terapia cognitivo conductual.
Otros trastornos
- Esquizofrenia v Terapia familiar conductual v Terapia familiar sistémica.
- Demencia v Terapia conductual ambiental v Orientación hacia la realidad.
- Trastornos de personalidad evitativa v Exposición.
- Trastornos de personalidad límite v Terapia conductual dialéctica.
- Trastornos del sueño v Terapia cognitivo conductual.
- Hábitos no deseados (tic, onicofagia, tricotilomanía, bruxismo) v Inversión de hábito
Tratamientos con apoyo empírico para diferentes trastornos en niños y adolescentes
- Ansiedad por separación, ansiedad social y generalizada v Terapia cognitivo conductual.
- Fobias v Modelado participante v Práctica reforzada.
- Depresión v Terapia cognitivo conductual.
- Obesidad v Terapia cognitivo conductual.
- Trastorno por déficit de atención e hiperactividad v Entrenamiento de padres v Modificación de conducta en la clase.
- Enuresis y encopresis v Terapia conductual.
- Problemas de conducta v Manejo de contingencias.
La lectura de las tablas anteriores indica que la inmensa mayoría de los tratamientos eficaces para los diversos tipos de problemas son de tipo cognitivo-conductual.
¿ Qué pasa con los tratamientos no incluidos en estas guías ?
Que un tratamiento no figure en las guías no quiere decir necesariamente que no sea eficaz, pero sí quiere decir que, por el momento, no ha demostrado que lo sea. Hay varias razones por las que puede no haberlo demostrado, entre ellas que no haya sido investigado hasta el momento, bien por su novedad o por no haber interés en hacerlo, o que sólo disponga a su favor de datos no experimentales (opiniones u observaciones asistemáticas…). No obstante, es difícil justificar que un tratamiento que tenga ya una cierta historia, 10 años, se siga utilizando sin haber puesto a prueba su eficacia.
Es evidente que en el campo de los tratamientos psicológicos, como en el de cualquier otro tipo de tratamiento, la sociedad tiene derecho a saber qué es realmente eficaz y qué no, y tiene derecho a presionar a los profesionales para que demuestren que lo que hacen vale para el objetivo establecido, en este caso aliviar el sufrimiento humano y mejorar la calidad de vida. Éticamente, como profesionales, no es admisible que se utilicen tratamientos sin preocuparse por constatar si realmente valen para algo.
Tipos de tratamientos psicológicos
Los principales tratamientos psicológicos existentes en la actualidad son: la terapia cognitivo-conductual (basada en el modo de aprender nuevas formas de pensar, actuar y sentir), las psicoterapias psicoanalíticas y dinámicas (centradas en el estudio introspectivo del ser humano), las terapias de corte existencial-humanista (basadas en gran parte en la relación terapeuta-paciente) y las terapias sistémicas (que consideran los problemas de una persona como la expresión de que algo funciona mal en su sistema familiar o de pareja, lo que implica hacer cambios en dicho sistema).
¿ Todos los tratamientos psicológicos son eficaces ?
Cuando uno toma un medicamento confía en que su eficacia haya sido sometida científicamente a prueba. Al igual que cualquier fármaco, un tratamiento psicológico debe pasar unas pruebas y controles científicos para saber si es más eficaz que no hacer nada o que utilizar otro tratamiento que en principio es menos o nada eficaz. De igual modo que no deberíamos tomar un fármaco de eficacia no demostrada, tampoco deberíamos seguir un tratamiento psicológico que no se sabe si funciona, al menos cuando existen tratamientos alternativos de eficacia demostrada. Algunos profesionales se basan en su experiencia para afirmar que sus tratamientos funcionan -al igual que hacen los que imponen sus manos, leen las cartas del Tarot o ejecutan extraños rituales-, pero la experiencia no sometida a prueba se ha mostrado engañosa en múltiples ocasiones y existen métodos más fiables para saber si un tratamiento funciona o no.
No todos los tipos de tratamientos psicológicos han sido sometidos convenientemente a prueba. El más investigado, hasta el momento, ha sido el cognitivo-conductual. De este enfoque se han derivado tratamientos eficaces para una diversidad de problemas: trastornos de ansiedad, depresión mayor, disfunciones sexuales, problemas de pareja, trastornos de alimentación, drogodependencias, trastornos de conducta en la infancia, control de esfínteres y, en combinación con intervenciones médicas, esquizofrenia, dolor y trastorno de déficit de atención con hiperactividad.
Las terapias psicoanalíticas, psicodinámicas, existenciales-humanistas y sistémicas no han sido investigadas suficientemente hasta el momento, por lo que no se puede afirmar si son eficaces o no. Los escasos datos disponibles indican la eficacia o posible eficacia de la terapia interpersonal (una intervención ecléctica de tipo psicodinámico y cognitivo-conductual que busca resolver los problemas interpersonales) para la depresión, bulimia y sobreingesta compulsiva, y de la terapia psicodinámica breve para la depresión y la dependencia de opiáceos.
En suma, conocer qué tratamientos psicológicos concretos son más efectivos para el problema que nos afecta es fundamental. De ello depende, en gran medida, el éxito de la intervención que se va a recibir. En los últimos años se han llevado a cabo numerosas investigaciones dirigidas a evaluar la eficacia de cada tratamiento específico para los principales problemas psicopatológicos. En general, los tratamientos psicológicos más efectivos tienen objetivos claros, están centrados en la solución de problemas inmediatos, son más bien de corta duración (de 2 a 6 meses, aunque es mayor en problemas graves o cuando hay varios problemas) y producen una mejoría tras las 8-10 primeras sesiones. Si un tratamiento no tiene unos objetivos claros, se dilata en el tiempo y no se obtienen resultados apreciables (cuando menos parciales) en un período de tiempo razonable, se puede desconfiar de su eficacia.
¿ Cuándo es conveniente o necesario un tratamiento psicológico ?
Un tratamiento psicológico debe aplicarse cuando se tiene un problema que desborda a la persona, es decir, que le dificulta o impide vivir de la forma deseada o que le produce gran malestar y sufrimiento.
Es preciso diferenciar entre un problema digamos natural o normal y una alteración clínicamente significativa. Son muchos los problemas con los que nos enfrentamos en el día a día, (la muerte de un ser querido, una mala relación de pareja, dificultades en el trabajo, contratiempos en la educación de los hijos, etc.), pero, frecuentemente, nos valemos de nosotros mismos y de las ayudas que tenemos (la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, etcétera) para superarlos. Sin embargo, cuando las dificultades son excesivas -duran más de lo normal, son muy fuertes e incapacitantes en el quehacer diario y provocan un malestar emocional considerable- es cuando resulta necesario acudir a un tratamiento psicológico.
Otras veces la propia persona no se da cuenta de que necesita tratamiento psicológico. Son quienes conviven con él quienes se percatan de sus dificultades. Puede ser el caso de los niños, los ancianos con demencia, o de quienes no tienen conciencia del problema (las psicosis) o lo niegan explícitamente (la anorexia, el alcoholismo, el juego patológico, etc.)
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