Probablemente todos nosotros conozcamos a personas que intuimos que son muy inteligentes, pero ¿qué debe tener una persona para ser inteligente? ¿Un buen puesto de trabajo, dinero, estatus social…?
En 1904, el gobierno de Francia se planteaba cómo podía distinguir en los colegios a los niños que eran vagos de los que realmente tenían necesidad. Esto supuso la primera prueba de inteligencia elaborada por Alfred Binet (1857-1911) y Theodore Simon (1872-1961).
Posteriormente, con el estallido de La Primera Guerra Mundial, EEUU necesitaba agrupar un buen ejército de personas capaces intelectualmente para dirigir, ordenar estrategias bélicas y manipular armamento. Para ello, ordenó la construcción de un instrumento que evaluase esta capacidad a nivel colectivo. Se construyeron las primeras pruebas de inteligencia para aplicarse a grupos: el Army Alpha (evaluaba la capacidad verbal, numérica y para seguir instrucciones) y el Army Beta (destinado a personas analfabetas).
El deseo de la humanidad por evaluar la inteligencia fue evolucionando hasta nuestros días. Una persona con una puntuación alta en una prueba de inteligencia podíamos casi asegurar que sería exitoso tanto a nivel académico como profesional. Pero según algunos autores esta deducción está un tanto sesgada. Realmente ¿es tan importante el coeficiente intelectual (CI)?. En 1983, Howard Gardner (Pensilvania, 1943), conceptualizó la teoría de las Inteligencias Múltiples presentando la idea de una red de inteligencias interconectadas entre sí. Es decir, existen un conjunto de capacidades o “inteligencias” tan importantes como el CI hasta el momento. Estas se pueden categorizar:
- Inteligencia Lingüística. Consiste en la dominación del lenguaje.
- Inteligencia Lógico-Matemática.Capacidad de conceptualizar las relaciones lógicas entre las acciones o los símbolos.
- Inteligencia Visual-espacial. Capacidad de reconocer objetos y hacerse una idea de sus características, sea como cuadros visuales.
- Capacidad de percibir, discriminar, transformar y expresar las formas musicales.
- Cinético-corporal. Capacidad para coordinar movimientos corporales.
- Inteligencia Interpersonal. Capacidad de entender el punto de vista de los demás.
- Inteligencia Intrapersonal. Habilidad de conocerse a uno mismo
Gardner dice que por qué tenemos que calificar como inteligente a una persona rápida en matemáticas y no a una persona buena en música ya que no todos tenemos los mismos intereses ni aprendemos de la misma forma. De ahí el desarrollo de su trabajo.
La unión entre la inteligencia interpersonal y la intrapersonal es lo que denominaríamos Inteligencia Emocional.
¿Qué es la inteligencia emocional?
Hace referencia a las capacidades y habilidades psicológicas que implican el sentimiento, entendimiento, control de las emociones propias y ajenas, es decir, la gestión adecuada de las emociones para lograr resultados positivos en sus relaciones con los demás y en nosotros mismos. Entre las habilidades que competen en el desarrollo de la inteligencia emocional englobamos el reconocer nuestras emociones propias, reconocer las emociones de los demás, identificar y nombrar correctamente a las emociones además de ser capaz de regularlas como la frustración o la ira, desarrollar la automotivación, la superación o tener una actitud positiva ante la vida.
Entre todas las habilidades que engloba la IE vamos a describir los 5 principios sobre los que se sustenta:
- Autoconciencia emocional: La podemos describir como la capacidad de comprender nuestro propio estado de ánimo, nuestras emociones. Es crucial que identifiquemos cuando estamos alegres, enfadados, intranquilos, miedosos para poder gestionarlas.
- Autorregulación emocional: Es habilidad para gestionar nuestras emociones una vez identificadas. El manejar los impulsos emocionales nos ayudará a adaptarnos mejor a las distintas situaciones, lo que se traducirá en una mayor salud emocional y unas relaciones sociales más enriquecidas.
- Motivación: Capacidad imprescindible para orientar nuestras energías hacia una meta u objetivo. Es nuestro motor de vida.
- Empatía: Habilidad y capacidad de entender y comprender la emoción que tiene otra persona sin haber vivido esa situación. Como coloquialmente se describe “el ponerse en los zapatos de la otra persona”.
- Habilidades sociales: Engloba a la tendencia de dar la respuesta más adecuada a las demandas sociales del entorno.
Imaginémonos la siguiente situación:
A dos personas le acaban de dar una mala noticia, ambas padecen una enfermedad incapacitante si no se llevan a cabo las indicaciones del médico. Nuestra primera persona tras la noticia se va a casa, se lo cuenta a su familia, investiga sobre esta enfermedad y comienza a mejorar sus hábitos alimenticios y de ejercicio incorporándolos a su rutina diaria. Continúa con su vida tanto en el plano laboral como personal, familiar, de relaciones sociales, etc. Se muestra tranquila y confiada en que superará esto. Por otra parte, nuestra segunda persona, tras recibir la noticia llega a casa de mal humor, culpabilizando a los médicos de su problema, calificándolos de incompetentes, se lamenta. Pasados unos días continúa encontrándose más irascible, por tanto, el clima familiar se vuelve algo tóxico. Se niega a seguir las indicaciones del médico por lo que cuando empiezan los primeros problemas por la enfermedad su reacción es de nuevo de culpabilizar al exterior. Finalmente, le conceden una baja por incapacidad. ¿Qué hace que estas dos personas, frente a la misma situación se comporten tan diferente y obtengan unos resultados tan distintos?
Para enfrentarnos a cualquier situación ya sea una disputa de pareja, problemas de salud, exceso de carga laboral, discrepancias con un amigo por fútbol, peticiones que creemos inadecuadas, etc., ponemos en práctica nuestra inteligencia emocional. Y es que, el autor de esta teoría, Daniel Goleman (1946) afirma que lo más importante para tener éxito em la vida son nuestras aptitudes personales, es decir, la capacidad de motivarse a sí mismo, de perseverar en un empeño a pesar de las frustraciones, de controlar los impulsos, regular los propios estados de ánimo, controlar la angustia y empatizar y confiar en los demás parecen ser factores mucho más determinantes para la consecución de una vida plena que las medidas del desempeño cognitivo.
Teniendo en cuenta esto, es evidente que la IE desempeñará un papel importante en el éxito de las relaciones humanas influenciando en nuestro éxito personal y nuestra salud emocional.