Esta es una de las preguntas que más nos encontramos cuando hablamos con las familias. Solemos ver el enfado como algo negativo, algo a evitar, cuando el enfado, como todas las emociones, es una respuesta fisiológica adaptativa que se da en situaciones en las que sentimos que nuestros límites están siendo sobrepasados o cuando ocurre algo que no nos gusta.
Todas las emociones son necesarias, no hay emociones buenas ni emociones malas, y esto es lo primero que debemos transmitirles a los más pequeños. Es normal sentirse enfadados cuando les quitan un juguete, cuando les mandan hacer algo que no les apetece, o cuando los deberes no les están saliendo bien. Lo importante es identificar esta emoción y sacar el mensaje que nos está comunicando, validándola. Por ejemplo:
- Cariño, entiendo que estás sintiendo enfado porque tu hermano ha cogido el juguete con el que tu estabas jugando y eso te ha molestado.
Una vez que tenemos hecho este paso, se trata de ofrecer al menor estrategias para regular la activación que ha traído el enfado, para que así no lo exprese gritando o con agresividad, ni lo deje sin expresar. Por ejemplo:
- Como estás sintiendo enfado y no es agradable, ¿qué te parece sin nos sentamos juntos y jugamos con la respiración para tranquilizarnos y después le pedimos el juguete y le decimos cómo nos hemos sentido?
Así, estaremos facilitándole herramientas para relajarse, a la vez que haciendo de modelos de la conducta, y animándole a expresar su enfado de una manera asertiva con la persona que ha hecho lo que le ha molestado.
Con los pequeños nos puede ayudar la metáfora del mando del enfado, explicando que si dejamos que el enfado llegue a niveles muy altos nos coge el mando a nosotros, y nos hace gritar, pegar, romper cosas… porque ya no somos capaces de razonar lo que hacemos. Sin embargo, si cogemos el mando del enfado pronto poniendo en marcha estas estrategias, conseguiremos gestionarlo de forma más adecuada.
También podemos utilizar la técnica del volcán, explicándoles a los niños que cuando existe algo que no nos gusta y nos empezamos a enfadar, empezamos a experimentar en nuestro vientre un ligero calor, como si se empezara a calentar la lava de un volcán. Según va pasando el tiempo, y si no sabemos cómo apagar el fuego del volcán, la lava se pone a hervir y erupciona, estalla y puede quemar todo. Se trata de que los peques aprendan a identificar situaciones que les alteran y también las conductas inadecuadas que realizan. Podemos sentarnos con ellos a dibujar el volcán, escribiendo en la parte de abajo las cosas que nos generan enfado, y en la erupción los comportamientos que hacemos al explotar con el enfado, añadiendo en los lados las cosas que podemos hacer para gestionar mejor el enfado y no llegar a entrar en erupción.
Es importante darles ejemplo cuando somos nosotros, los adultos, los que nos enfadamos y validar la emoción, pero no justificar la conducta que hacen con esa emoción cuando ésta sea inadecuada, como gritar, pegar o romper cosas. Si tu hijo está teniendo dificultades a la hora de regular sus emociones, en terapia puede aprender estrategias que le ayuden y ponerlas en práctica para favorecer su capacidad de regulación emocional.