Procrastinar es lo que comúnmente conocemos como “ dejar para mañana lo que puedes hacer hoy”. Es algo que todos hemos hecho en algún momento de nuestra vida. Todos hemos retrasado o evitado una tarea importante que debíamos finalizar. Llenamos nuestro tiempo de tareas irrelevantes, como ver una serie que nos gusta o pasar tiempo en las redes sociales, dejando de lado aquello que es necesario realizar.
Cuando la procrastinación comienza a ser excesiva, la productividad decae, nos empezamos a sentir agobiados, frustrados y las consecuencias pasan factura a las actividades del día a día. Se acumulan tareas por terminar, estrés laboral, cansancio, bloqueo mental, no cumplir con plazos y compromisos conocidos de antemano, desorganización, es decir, empiezan a aparecer señales que indican que hay que hacer algo para trabajar de una forma eficiente y dejar de postergar.
¿Por qué procrastinamos?
Es algo muy común en el ser humano, siendo una manera de enfrentar las emociones desafiantes que provocan ciertas tareas como, aburrimiento, ansiedad, inseguridad, frustración. Cuando tenemos que enfrentarnos a una tarea tediosa o complicada se produce una guerra entre partes del cerebro. Por un lado, el sistema límbico, es la parte del cerebro que incluye el centro de placer y, por otro lado, el cortex prefrontal, es aquel encargado de lo que debemos hacer, de las metas a largo plazo y el autocontrol. Ambas partes compiten por controlar la situación. De esta manera, si la corteza prefrontal gana, empezaríamos a hacer la tarea tediosa. Sin embargo, cuando el sistema límbico se impone es cuando postergamos esa tarea y la sustituimos por otra que, aunque no es importante, si nos genera placer a corto plazo.
Existen diferentes causas de procrastinación, puede ser porque esas tareas son extremadamente complejas, y no sabemos por donde empezar. También, personas extremadamente perfeccionistas, no consiguen empezar la tarea por miedo al fracaso, miedo a ser criticado, a fallar. Otras veces, es simplemente resultado de nuestra pereza, por falta de ganas preferimos hacer algo más divertido.
¿Cómo podemos vencer el problema de la procrastinación?
- Se realista. es importante fijarse metas realistas que estén al alcance de los recursos de cada uno, con el fin de evitar la frustración.
- En los descansos, alarmas. Las alarmas son una gran ayuda, siempre y cuando les hagas caso cuando suenan. Es aconsejable en medio de una tarea realizar descansos realistas, por ejemplo, 15 minutos por cada hora de trabajo. Cuando se produzcan dichos descansos, es conveniente poner una alarma para recordarnos nuevamente el comienzo de la actividad.
- la planificación ayuda a ganar tiempo. Es bueno marcar una rutina de trabajo, metas a corto plazo y fechas de entrega concretas. Puedes cada noche, antes de dormir, decidir cuáles serán las tareas que harás al día siguiente. Si aprendes a organizar tu calendario serás más productivo.
- Dejar atrás las lamentaciones. sería conveniente ser capaz de hacer frente a los pensamientos negativos del tipo, “no puedo”, “no soy capaz”, o “mejor lo hago mañana”. Es útil en esos momentos recordar todas las veces conseguimos lograr un proyecto que suponía un esfuerzo y visualizar las sensaciones agradables de haberlo conseguido.
- Móvil fuera. Hay que evitar las distracciones, cuantas más tentaciones se tienen alrededor para hacer otra cosa en vez de lo que tienes que hacer será más fácil procrastinar. Por lo tanto, es conveniente que el móvil permanezca en otra estancia mientras se realiza la tarea.
- Listado de tareas. Dividir el trabajo en tareas pequeñas y concretas. Al dividir una meta grande en pequeñas tareas se reduce la frustración y aumenta la resistencia a enfrentarte a dicha tarea. Es bueno hacer una lista para ir tachando aquellas tareas conseguidas.
- Orden en la zona de trabajo. Un ambiente ordenado y limpio disminuye las distracciones, puesto que cuantos menos estímulos puedan distraer, mas fácil es alcanzar la meta en el tiempo establecido.
- La regla de los 2 minutos. Dicha regla puede hacer que las tareas complejas parezcan manejables. Ya que es muy probable que una vez que empiezas, puedas seguir adelante con dicha tarea. Por otro lado, hay muchas tareas que dejamos de hacer y que se podrían completar en menos de dos minutos, por ejemplo, lavar los platos después de comer, sacar la basura, mandar un mail. Por lo que si crees que una tarea se puede hacer en dos minutos, es importante realizarla inmediatamente.