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Educar con serenidad

educar con serenidad

¿Cuántos padres y madres han pensado que ya nada funciona con sus hijos? Esto es el resultado de la frustración generada tras comprobar que las estrategias que utilizan para la crianza de los pequeños no obtienen los resultados esperados. Y es que estamos en una etapa de transición en la forma de educar; dejamos atrás las órdenes, gritos y el autoritarismo.

Se ha demostrado que el estilo autoritario tiene consecuencias negativas en los menores dando lugar a pobre autonomía, baja autoestima y menor competencia social; además de generar un clima de tensión.

Lo más importante es concienciarse de que es necesario cambiar nuestra actitud en relación a la educación de los pequeños. Necesitamos tener presente que se trata de una “carrera de fondo” para poder comprobar los resultados, por ello es necesario que tengamos paciencia.

A continuación, ofrecemos algunas pautas necesarias para educar con serenidad.

  1. Como adulto, evita las explosiones de enfado. Este es el punto más importante, ya que además de ayudarnos a nosotros mismos a expresarnos mejor, el menor aprenderá a través de la observación cuál es la entonación o volumen adecuado. Si les gritamos cuando hacen algo inadecuado, ellos también gritarán cuando algo no les guste. Hemos de conseguir que interioricen sus obligaciones, que realicen sus tareas sin gritos ni enfados, a través del diálogo.
  2. Háblale de forma directa, tranquila y con cariño. Este punto es difícil sobre todo cuando obtenemos la negativa o la ignorancia como respuesta por parte del pequeño, por ello es importante que mantengamos la calma y le expresemos directamente la actividad que nos gustaría que llevase a cabo o, la que por el contrario nos gustaría que cesara.
  3. Explícale lo correcto. No solo se trata de decir cómo ha de hacerse la tarea, sino de explicar el porqué para que se produzca tanto una interiorización como generalización.
  4. Háblale en positivo. Muchas veces centramos nuestro discurso en lo que no tiene que hacer “no dejes la ropa tirada”, “no ensucies”, “no pierdas el tiempo”… Lo adecuado es centrarnos en lo que debe hacer “¿puedes recoger la ropa de encima de la cama, por favor?”, “coge la bandeja para no ensuciar la mesa, por favor” o “es un buen momento para aprovechar y leer”. Además, si las primeras veces lo hacemos con él o lo acompañamos en la tarea, nos aseguraremos que la ha aprendido de forma correcta y el pequeño se sentirá más seguro.
  5. Refuerza siempre que haga una tarea de forma adecuada. El refuerzo es muy necesario, de no ser así, nos focalizaremos únicamente en las respuesta negativas y entraremos en el bucle de solo expresar las quejas y los fallos.
  6. Respeta sus tiempos de ejecución. Los niños responden mucho mejor cuando se respetan sus tiempos, se le deja su espacio y se les trata con la máxima consideración
  7. Sé siempre un ejemplo para ellos.

Es importante favorecer el entendimiento con los hijos, empatizar con ellos y poder comunicarnos de forma adecuada, de la misma forma que nos gustaría que se comunicasen con nosotros.

También puede interesar la influencia de los distintos estilos educativos en los menores, leyendo nuestro artículo sobre los estilos educativos  y cómo influyen en los menores.

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