Paula tiene seis años. Lo pasa muy mal cada vez que tiene que separarse de su padre, sobre todo cuando sabe que va a estar varias horas sin él. Se acentúa cuando tiene que ir al colegio y va a estar tiempo sin verlo. Ya desde que se despierta se niega a querer ir, e incluso ha llegado a fingir dolores de cabeza o de estómago para no ir al cole así consigue su papá se quede con ella. A veces, vomita el desayuno y comenta que a menudo tiene naúseas. Paula también comenta que cuando está tantas horas separada de su padre tiene miedo a que le pase algo malo, a que enferme o a que se muera. En el colegio la ven triste, sin ganas de jugar con otros niños, y cuenta las horas que le faltan para volver de nuevo a casa y estar con su padre. Cuando alguno de sus amigos le invita a ir a un cumpleaños o al cine, Paula sólo va tranquila si su padre se queda por allí cerca. Comentan que hace unas semanas intentaron que pasara la noche fuera de casa, durmiendo con una amiga. Estaban contentos porque en un principio Paula no se había quejado e incluso preparaba las cosas que tenía que llevar ilusionada. Pero cuando ya estaba allí y vio que su padre no estaba con ella durante varias horas, dejó de jugar y empezó a llorar desconsoladamente, pidiendo que le dejaran hablar con su papá. Al llamarlo empeoró la situación y Paula, desolada, le pidió a su padre que fuese a buscarla. Confesó que noches anteriores había tenido pesadillas en las que su papá moría. Tenía miedo y quería estar con él, porque era la única manera de que si le pasaba algo, pudiera protegerlo y estar con él hasta el final.
El caso de Paula es un ejemplo clínico del trastorno de ansiedad por separación.
¿A qué nos referimos?
El trastorno de ansiedad por separación es un problema de ansiedad, en el que los niños sienten miedo cada vez que tienen que separarse de las figuras de apego. A edades tempranas ( hasta los 3-4 años aproximadamente) es un fenómeno normal. Hablamos de una patología cuando la intensidad, la frecuencia y la duración de los síntomas no son apropiados para la edad y además existe un deterioro en algún ámbito de la vida del niño/a. Centrándonos en el ejemplo anterior:
- A nivel escolar: Probablemente haya bajado el rendimiento ( al estar centrada en cuándo irá su padre a buscarla; cuánto queda para verlo; pensar que le pudo pasar algo cuando ella no estaba etc).
- A nivel social, la niña no está siguiendo una evolución normal para su edad, porque sólo quiere jugar cuando está presente la figura de apego. No disfruta de estar rodeada de iguales sin la presencia de su padre. Los niños y niñas de su entorno empiezan a notar que siempre está llorando cuando su padre no está cerca y se empiezan a meter con ella o a rechazarla cuando tiene este comportamiento.
- A nivel familiar, existen conflictos por no saber cómo actuar y por el agobio que les produce la situación. Paula tiene pesadillas, que interrumpen el descanso de todos ellos. Los conflictos entre los padres por la forma de actuar de cada uno de ellos hacen que los miembros de la pareja se sientan peor unos con otros y que además Paula se encuentre cada vez más nerviosa si ve que su padre se pone triste.
- A nivel personal: quejas físicas, emociones negativas: pena, tristeza, miedo, ansiedad…
El tratamiento va orientado al niño/a para que aprenda las estrategias necesarias de afrontamiento de la ansiedad y se vaya exponiendo gradualmente a situaciones previamente establecidas. Paralelamente se darán pautas de actuación a los padres que ayuden al niño/a a manejar mejor el problema, ya que en ocasiones son los comportamientos de los padres los que están reforzando y acentuando que Paula lo mantenga.