Cuando nos preocupamos por un problema, solemos darle vueltas a las diferentes posibilidades sin finalmente llegar a una conclusión válida. Esto además de hacernos sufrir y crearnos malestar, puede conllevar que no seamos capaces de tomar una decisión y que aumente la incertidumbre y la inseguridad frente al problema.
Estos dos conceptos tienen una diferencia fundamental que son las consecuencias físicas, emocionales y cognitivas que es previsible que se generen en cada caso. La preocupación la asociamos a emociones desagradables e invalidantes, además de a pensamientos negativos y/o catastrofistas sobre la resolución del problema. Cuando se prolongan en el tiempo la toma de decisiones y mantenemos el antedicho proceder, entre otras consecuencias, puede aparecer un estado de ánimo negativo.
En cambio, si decidimos ocuparnos, las sensaciones cambian completamente, generando emociones más positivas y preparadas para la acción que nos ayudan a sentirnos más capaces de resolver los problemas de nuestro día a día. Al tomar conciencia y planificar la solución del problema, las preocupaciones sobre él tienden a ser más realistas.
Para la resolución de los problemas, en la terapia psicológica se puede utilizar la técnica de solución de problemas de D´Zurilla y Goldfried, que está dividida en 5 diferentes fases:
- Orientación general hacia el problema
Los problemas son parte de la vida, por lo que es importante tener en cuenta que la terapia psicológica no buscará no tener problemas, sino la adquisición de mejores estrategias de resolución de los mismos y una mejor gestión de las emociones.
- Definición y formulación
Aquí se determina qué importancia tiene el problema para cada uno. Se intenta responder de dónde proviene, establecer qué quiero conseguir y saber definirlo de manera clara, respondiendo a las siguientes cuestiones:
– ¿Qué sucede? ¿Qué me molesta?
– ¿Comprendo el conflicto?
– ¿Estoy estableciendo metas realistas?
Estas cuestiones ayudan a revalorar el problema y analizarlo de una manera objetiva.
- Generación de alternativas
Es el momento de generar tantas soluciones y tan variadas como sea posible, sin ser juzgadas ni anticipando las consecuencias. No importa si son realistas o no, se trata de generar cuantas más mejor, para luego elegir la que más valoremos como solución.
- Toma de decisiones
En este paso, se valoran las consecuencias de cada una de las alternativas anteriores y sus ventajas e inconvenientes, analizando todos los aspectos posibles, para luego elegir una opción y preparar el plan.
En la toma de decisiones resultaría útil hacerse las siguientes preguntas:
– ¿La idea es práctica y se puede ejecutar?
– ¿Es realista?
– ¿Es costosa a nivel de esfuerzo y de tiempo que requiere?
– ¿Puedes ser implementada por uno mismo o requiere de otras personas?
– Las consecuencias que se anticipan ¿llevan a la solución del problema?
- Verificación
Una vez tomada la decisión es recomendable planificar evaluaciones intermedias para obtener un feedback y realizar pequeños ajustes en función de cómo vaya el proceso.
En este paso es pertinente tener en cuenta que si los resultados se asemejan a los previstos, lo ideal será reforzarse por el trabajo bien hecho y por la capacidad de poner en marcha las estrategias ya adquiridas o que se están aprendiendo. Así, se podrá potenciar la motivación para continuar con la resolución del problema. Sin embargo, si sucede lo contrario, es esencial no desistir y revisar el proceso de las fases anteriores y aprender de la experiencia de los errores que nos ayudará a decidir de nuevo sobre qué aspectos debemos mejorar, tanto el correcto manejo de estas fases como la motivación para llevarlas a cabo son variables importantes en la búsqueda de la solución de los problemas.