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ESTRÉS LABORAL: LA SISIFEMIA

Mujer con las manos en la cabeza mirando al ordenador y otras tres personas a su alrededor.

 

Recientemente se ha dado nombre a un trastorno derivado de la actividad laboral ya existente pero carente de éste, la sisifemia. Término que han acuñado Vicente Pardo y López-Guillén (2023) para referirse a un agotamiento físico y mental desencadenado por la incapacidad para dar una respuesta eficaz a las altas demandas de trabajo.

Se considera que aparece al plantearse objetivos diarios inalcanzables que, sumados a una alta carga de trabajo, se traduce en la sensación de dejar un gran número de tareas inacabadas pese a dedicar mucho tiempo a las mismas.

Este tipo de problema suele producirse en trabajadores jóvenes con elevados niveles de exigencia y responsabilidad, obsesivamente perfeccionistas con los detalles de las tareas, altamente autocríticos con su trabajo e implicados y comprometidos con sus funciones. En consecuencia, muchos de estos empleados acaban desarrollando problemas físicos de salud como dolores musculares, complicaciones cardiacas o insomnio; así como problemas psicológicos que derivan en dificultades cada vez mayores paras desconectar del trabajo, no disfrutar de los momentos de ocio, ansiedad, bajo estado de ánimo.

La sisifemia puede parecerse mucho al burn-out, pero presentan diferencias claras.

Existe una diferencia crucial entre dos de los trastornos mentales más comunes en el ámbito del trabajo según los expertos y es la actitud y visión del trabajo que tienen cada uno de ellos. Mientras que en la sisifemia el trabajador está motivado, incluso demasiado, pero puede pensar que no hace todo lo posible por cumplir”, en el burnout nos encontramos ante un trabajador desgastado que no cree en su trabajo, aunque por lo general se trata de trabajadores en el pasado implicados con sus tareas. También es característico del término burn-out el que suele aplicarse a un tipo de estrés que ocurre en trabajos relacionados con el trato y/o cuidado de personas. Muy frecuente en el ámbito sanitario.

Así mismo cabe diferenciarla del estrés laboral cuyo origen se encuentra en las propias características del trabajador y que pueden conllevar una mayor probabilidad de que aparezca un problema de adaptación que de sisifemia, en la que como hemos señalado, también están implicadas algunas variables de la persona. Aquí además de las variables personales comunes con la sisifemia que efectivamente predisponen al estrés estarían también la falta de interés por el trabajo, la formación o cualidades insuficientes para la tarea e incluso la falta de capacidad de trabajo.

Una vez que sabemos que el tipo de estrés que tenemos que manejar es la sisifemia y dado que no se trata de una situación individual sino colectiva, es necesario que se establezcan medidas de carácter estructural destinadas a mejorar el bienestar y la salud de los trabajadores.

Aquí la prevención adopta un papel protagonista.

  1. Fomentar la positividad empresarial

Es decir, generar un entorno de laboral donde los trabajadores puedan recibir servicios orientativos y de asesoramiento emocional, así como crear medidas que permitan favorecer una mayor conciliación entre el trabajo y el ocio.

  1. Reajustar las expectativas

Resulta fundamental que tanto los empleados como los empleadores tengan información de las tareas a realizar por cada trabajador, así como establecer funciones que se ajuste adecuadamente a los objetivos a alcanzar.

Para ello, puede ser recomendable desarrollar metas a corto plazo detallando las tareas de forma operativa y la forma en la que se van a desempeñar. No todos los trabajos permiten este tipo de ajustes.

  1. Reforzar

Una de las formas más socorridas de mejorar la satisfacción de los trabajadores es mediante los reforzadores positivos, es decir, proporcionando premios o recompensas que no solo pueden ser en forma material sino también a través del reconocimiento del trabajo realizado y retroalimentando su desempeño.

  1. Organización del tiempo

Es fundamental que se ayude a los trabajadores a establecer plazos y límites de tiempo mediante técnicas de reorganización del trabajo. Al principio, puede resultar difícil cumplir con las tareas, pero no solo optimizarán mejor el tiempo, sino que también evitar la procrastinación por el exceso de trabajo.

 

 

 

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