La fobia social es un trastorno de ansiedad cuyo diagnóstico ha aumentado entre las personas que acuden a consulta.
Los síntomas de la fobia social son los mismos que en el resto de las fobias. Al entrar dentro de la categoría de los trastornos de ansiedad, existe gran anticipación e irracionalidad en los pensamientos de las personas, que aunque reconocen como irracionales, no consiguen controlar. A nivel fisiológico, los síntomas son los mismos que en cualquier otro problema de ansiedad: dolor en el pecho; dificultad para respirar; taquicardia; aumento de temperatura corporal; dolor de estómago; náuseas; mareos; vómitos, entre otros. Las respuestas de escape y evitación del objeto temido son las predominantes en cualquier fobia.
Los síntomas anteriormente descritos aparecen en la fobia social por la presencia de temores exagerados asociados a las relaciones sociales. Algunos de ellos son:
- No saber relacionarse socialmente de forma adecuada.
- Ser rechazados por los otros.
- Que los demás tengan una opinión negativa sobre uno mismo.
- A expresar sentimientos y que los demás puedan hacernos daño.
En conclusión,” la fobia social se define como el temor a relacionarse con los demás, incluyendo el miedo a ser evaluado por los otros, en cualquier situación social. Las hipótesis actuales apuntan a un mayor riesgo en los niños pequeños con conductas inhibitorias y a su desarrollo durante los años de la adolescencia, en los que las relaciones sociales cobran especial importancia.”
El DSM-V ( Manual diagnóstico y estadístico de los Trastornos Mentales), establece para su diagnóstico los siguientes criterios y/ o síntomas son:
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- el temor a la interacción social
- sufrir ansiedad grave
- evitar las situaciones sociales
- sufrir deterioro en algún área importante o varias de la vida y que estos temores no se atribuyan a otro trastorno o enfermedad médica.
Según explica Vicente Caballo, investigador y catedrático de Psicopatología en la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada, los datos desde el ámbito de la Psicología apuntan que el trastorno podría estar presente en hasta un 6% o 7% de la población. El diagnóstico de los casos es más reducido ya que, entre otros aspectos, estas personas temen el hecho mismo de acudir a consulta con un médico o psicólogo desconocido. Quien acude puede que lo haga tras muchos años sufriendo el problema, cuando toda su vida está organizada alrededor de la fobia, forzados por algún familiar o cuando ya reconocen no aguantar más.
Existen cinco dimensiones en las que se intensifican los síntomas de ansiedad en las personas que padecen dicho trastorno. Éstas son:
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- tener que relacionarse con desconocidos
- relacionarse con el sexo opuesto
- en situación de hablar en público
- a expresar el malestar (falta de asertividad) y a hacer el ridículo o a quedar en evidencia.
Los estudios señalan que el trastorno puede comenzar en los primeros años de vida en aquellos niños con excesiva timidez, que muestran comportamientos como asustarse con facilidad ante situaciones nuevas o incluso juguetes, los que lloran en mayor medida sin justificación aparente o que presentan más miedo ante los extraños. Son más propensos a sufrir fobia social en la adolescencia y vida adulta. El papel de sobreprotección que pueden jugar los padres en estos primeros años de vida, puede llegar a dificultar la superación de los miedos y puede llegar a hacerlos más intensos.
Si además tenemos en cuenta que los niños y niñas tímidos/as e introvertidos/as son los más vulnerables a sufrir burlas o acoso en etapa escolar, las posibilidades de tener fobia social en la vida adulta aumentan.
La siguiente etapa que tiene gran peso en el desarrollo de la fobia social es la adolescencia, ya que en ella empieza a cobrar mayor importancia el grupo de amigos, se empiezan a establecer relaciones con el sexo opuesto etc. En esta etapa las relaciones sociales con iguales cobran una gran importancia.
Según Carballo, el 30% de los menores comienzan con la fobia social antes de los diez años y el resto de la adolescencia. Es muy raro que sin estos antecedentes un adulto pueda llegar a desarrollarla a no ser que haya sufrido una situación traumática grave.
Tratamiento de la fobia social
La Terapia Cognitivo – Conductual es la que está dando mejores resultados en el tratamiento de la fobia social. Desde este enfoque, se trabaja la relajación para controlar la ansiedad, se realiza un entrenamiento en habilidades sociales para dotar a la persona de herramientas para relacionarse con otras y se trabajan situaciones de exposición en un lugar seguro para el paciente, que luego debe practicar en su vida cotidiana.
La reestructuración cognitiva permite trabajar los temores, los pensamientos anticipatorios y catastrofistas, la posible evaluación social para cambiarlos por otros pensamientos más racionales, que ayuden al paciente a enfrentarse con seguridad a aquellas situaciones que le generan ansiedad.
A veces, el tratamiento también se combina con farmacología. En algunos casos es necesario que nos apoyemos en él mientras que trabajamos desde la psicoterapia. Sin embargo, debemos conocer que utilizados en exclusividad, no permiten solucionar el problema a medio y largo plazo, ya que la persona seguirá careciendo de las estrategias necesarias de afrontamiento para poder solucionar el problema. También presentan como inconvenientes los efectos secundarios que producen y su uso crónico.