Las personas cuando nos enfadamos podemos sacar conclusiones extremas y actuar en consecuencia, lo que nos puede llevar a discutir fuertemente con otras personas. Todos tenemos conductas irracionales alguna vez, y todos nos enfadamos y atacamos cuando estamos enfadados, frustrados o molestos con algo. Cuando nos dicen algo que nos hace daño, nuestro cuerpo y mente se preparan para el ataque. Aunque el enfado es una emoción normal y necesaria, cuando es muy excesivo y desemboca en ira es ya una conducta irracional que nos va a dificultar la resolución de conflictos. Es importante aprender a tratar con los enfados de los demás e incluso con dichas conductas irracionales ya que todos tenemos una parte irracional, y todos podemos caer en ese tipo de comportamientos alguna vez, solo que algunas personas lo controlan mejor que otras.
Podemos utilizar técnicas para canalizar la emoción de ira que nos producen esos comportamientos y actuar correctamente para intentar reducir la tensión en ese momento.
Una de las técnicas más recomendables es la técnica del desarme. Es una técnica que podemos utilizar en situaciones de conflicto, de discusión, dónde nuestro objetivo será desarmar a la otra persona. Cuando alguien nos ataca, la reacción natural es responder al ataque defendiéndonos, por lo que el conflicto y el nivel de tensión aumentaría. En este caso en vez de atacar tras un reproche, intentaremos hacer preguntas empáticas y mostrarnos de acuerdo en lo posible. Esto no siempre es posible y ni siquiera recomendable (hay que recordar que estamos hablando de técnicas “estándar” cuya aplicación o no es pertinente según el tipo de conflicto, situación u objetivo que tengamos en dichas situaciones). El utilizar esta técnica tampoco significa dar la razón en todo sino empatizar con algo que el otro nos está diciendo, valorando si esa critica que nos está haciendo tiene parte de verdad para bajar el clima de tensión en la discusión. Si no encontramos motivos para darle la razón, podemos validar sus emociones, por ejemplo, “entiendo que esto te haya molestado mucho”, de esta manera la persona ve que entendemos con sus sentimientos y la ira se reduce. Dicha técnica consta de cuatro pasos:
- Intentar frenar la tendencia a enfadarnos ante un ataque. Es importante tener en cuenta que aunque la otra persona se muestre muy irracional en su conducta, podemos entender que todos actuamos así alguna vez y eso no nos obliga a alterarnos también, si no que podemos elegir lo que pensamos, hacemos o sentimos, manteniendo el control de la situación.
- Tratar de comprender su punto de vista pidiéndole detalles. Hacer preguntas empáticas para comprenderle y demostrarle que entiendes cuál es el problema por el que está irritado. Dejar que hable y explique su punto de vista si lo desea y escuchar atentamente.
- Mostrarnos de acuerdo en lo posible para rebajar la tensión, podemos estar de acuerdo en todo, en parte, o entender que esté irritado dada su percepción de las cosas.
- Cuando esté calmado explicar nuestro punto de vista y si hay algún problema buscar una solución. Una vez que se haya tranquilizado, podemos exponer cómo vemos nosotros las cosas, sin dejar de mostrarnos empáticos con sus opiniones y sentimientos.
Además, muchas veces nos encontramos con personas que se quejan de los demás, de la vida, o de cualquier dificultad y a veces pueden resultarnos molestos porque no sabemos cómo tratarlos. La respuesta más común es darles consejos para tratar de ayudarles a resolver sus problemas o para convencerles de que vean las cosas de otra forma más positiva. Cuando hacemos esto, la otra persona puede reaccionar mal porque lo que realmente desea es expresar sus quejas y que le escuchemos y le demos la razón aunque sólo sea en parte. Por este motivo, en estos casos también sería útil utilizar la técnica del desarme, escuchándoles y mostrándonos de acuerdo en todo, en parte, o intentado hacerles ver que comprendes que se sientan molestos dada su visión de las cosas.
De este modo, aunque una persona actúe de manera irracional nosotros podemos recuperar el control de la situación rebajando la tensión y reduciendo la posibilidad de conflicto. También es aconsejable para controlar nuestra reacción natural de ataque ante dichos reproches, utilizar la respiración lenta y profunda desde nuestro diafragma mientras utilizamos autoinstrucciones cómo “relájate” o “tómalo con calma” “es normal que esté así con la visión que tiene de la situación”.