Los niños y niñas que han sido diagnosticados de una alta capacidad intelectual, e incluso los que no recibieron tal diagnóstico , se dan cuenta de su diferencia desde que aparece su conciencia individual. Esta diferencia esconde en numerosas ocasiones un sentimiento de soledad e incomprensión de mayor o menor intensidad.
Desde una edad temprana, los niños que tienen una alta capacidad intelectual, conocen los números, las letras, se interesan por saber leer, escribir, tienen interés e inquietud por el funcionamiento de las cosas, por la astronomía, la ciencia. También integran el concepto de muerte desde la irreversibilidad , que puede llevarles a sentir una angustia extrema.
Para sentirse mejor, algunos de estos niños y niñas, comparten sus gustos, preocupaciones, intereses y aficiones con sus compañeros de clase, con sus iguales. Dada la diferencia que existe entre ellos podría ocurrir que ya en la guardería o en el colegio estos niños empezasen a ser rechazados, ya que sus iguales no les comprenden, no entienden su modo de pensar, de preocuparse, de organizar y planificar las actividades, difieren en la percepción y en la forma que tienen de ver el mundo.
A raíz de ello, estos niños y niñas interiorizan que algo pasa, que hay algún problema con él o con ella y que con el resto no ocurre. Perciben que hay algo diferente. Son niños que además presentan una baja tolerancia a la frustración y ante situaciones de aburrimiento se frustran fácilmente. Como el juego del resto de sus compañeros difiere de las expectativas o en la forma de percibir el juego del niño superdotado, éste se frustrará, y ante seguir un juego en el que se aburren desorbitadamente, prefieren aislarse.
Existen diferencias en cuanto al sexo (ser niño o niña) a la hora de actuar socialmente. Mientras que los niños tienden al aislamiento como comentábamos anteriormente, las niñas priorizan ser parte del grupo, buscando la aceptación social , pudiendo llegar a negarse a sí mismas con tal de ser aceptadas dentro del mismo. El problema que ocurre aquí es que cualquier persona, ya sea adulta o niño/a, si se niega a sí misma, es decir, si esconde su diferencia con el fin de sentirse integrada es que su autoestima pasará a basarse en el reconocimiento externo. Esta situación, además de las patologías que puede llevar asociadas como por ejemplo: ansiedad, depresión, baja autoestima, sentimientos de inferioridad, problemas emocionales asociados a la culpa, a la vergüenza; problemas de comportamiento que pueden traducirse en irritabilidad, conflictos en casa y con el resto de compañeros, susceptibilidad, angustia, comportamientos agresivos, entre otros, puede generar un problema de identidad en la vida adulta, es decir, si yo escondo quien soy o cómo soy con el fin de ser reconocido socialmente, al final ya ni yo mismo seré capaz de reconocer quién soy, cómo soy y hacia dónde me gustaría ir. Este problema de identidad iniciado en edades tempranas (etapa primaria y principalmente en adolescencia), esconde que la persona tenga igualmente un sentimiento de soledad muy marcado cuando se enfrenta a su vida íntima.
No existe una forma definida de personalidad dentro de un mismo problema. Esto quiere decir que cada persona es un mundo y dos niños pueden ser diagnosticados de alta capacidad siendo extremos opuestos, pero el sentimiento de soledad sí será común en ambos niños. Algunos de ellos pueden ser líderes sociales, mientras que otros son tímidos, introvertidos, rígidos,con intereses alejados de los propios de la edad. En los patios del colegio, este perfil de niños, caminan solos haciendo hincapié en sus razonamientos, leen en las bibliotecas, prefiriendo pasar aquí el recreo que estar jugando con sus compañeros, a veces, incluso , se apartan a jugar con animales a los que nunca llegarían a matar ni a hacer daño, porque tienen un grado nivel de empatía y saben el malestar que pueden producirles.
Mientras este perfil de niños se aísla, sus compañeros lo empieza a percibir como un niño “raro”, por lo que la soledad será muy evidente durante toda la etapa de Primaria. Aquellos que ya han recibido un diagnóstico, o al menos, a los que se detecta que algo no está funcionando correctamente, pueden llegar a recibir un trato diferente por parte de compañeros y profesores.
La adolescencia es una etapa muy complicada. Estos y estas adolescentes tendrán que enfrentar las necesidades propias de la edad, sumadas a aquellas que son propias de su alta capacidad intelectual. Si durante esta etapa los iguales son los referentes para cualquier adolescente, pero no tenemos ningún tipo de grupo de referencia porque no han ido a la par que yo, ¿cómo consideramos que me podría llegar a sentir? Como decíamos anteriormente, la mitigación de la soledad podría hacer que el adolescente intentase normalizar e imitase los comportamientos propios de adolescentes de la edad: salir, divertirse, vestirse o hablar de temas que para él mismo son superfluos, pero así al menos serán mejor vistos socialmente, aunque las huellas emocionales internas existen y cada vez se hacen más fuertes. En este sentido, los esfuerzos de las niñas por no desmarcarse del grupo fracasarán en mayor medida, apareciendo problemas de identidad.
Otro perfil de adolescente puede preferir encerrarse en su casa, esconderse en su habitación, trabajando aún más en sus inquietudes y necesidades, pero aumentando el sentimiento de soledad.
Detectar y diagnosticar los casos de alta capacidad a tiempo es muy importante, ya que de esta manera se trabajará tanto con los propios niños como con sus padres, de manera que así podamos rebajar la intensidad de las huellas emocionales que desde pequeños les acompañan.
Muchas veces ocurre que al ser diagnosticado un niño o una niña de alta capacidad, también es el propio padre o madre el que indirectamente o directamente puede recibir el diagnóstico y empieza a encontrar y resolver aspectos de su pasado y de su historia de vida a las que no encontraba sentido hasta la actualidad.
Por eso es común que aparezcan sentimientos de rabia y de culpa en los progenitores, ya que supone encontrar respuestas a muchos interrogantes no resueltos, lo que también puede resultar doloroso. Si además pasamos al tema educativo, hemos de decir que si ya muchas veces resulta complicado para los padres saber reconducir comportamientos y actitudes de sus hijos, imagínense hacerlo en una etapa de resolución de dudas de una vida pasada después de tantos años, donde el sentimiento de soledad a lo largo de los años haya sido común entre ese padre o madre y ese hijo/a a lo largo de los años.