La situación de pandemia que estamos viviendo nos obligó a quedarnos en casa durante un largo periodo de tiempo. En cuanto se permitieron ciertas salidas, algunos aprovecharon el momento para poder “escapar” de casa, pero otros, sin embargo, se mostraban más reticentes a ello. Es evidente que todos hemos sufrido en mayor o menor medida una serie de consecuencias, sobre todo en el plano psicológico.
El impacto que la pandemia ha tenido en la sociedad se ha visto reflejado en multitud de estudios cuyas conclusiones no han pasado desapercibidas y entre las que destacan: aumento de la sintomatología ansiosa y depresiva, alteración del sueño y visión negativa del futuro con anticipaciones catastróficas.
El miedo o reticencia mostrada a salir a la calle, a contactar con personas fuera del núcleo familiar, a coger transporte púbico o a realizar distintas actividades que antes eran cotidianas, son síntomas pertenecientes al llamado “Síndrome de la Cabaña”. Éste se puede describir como el sentimiento de inseguridad, miedo o ansiedad asociado al abandono de nuestro refugio. Es importante subrayar que no se trata de un trastorno psicológico sino de una consecuencia que puede llegar a ser normal cuando pasamos mucho tiempo en casa.
El miedo es necesario puesto que garantiza nuestra supervivencia. Ante una amenaza real como es el coronavirus, es normal que sintamos temor, pero cuando éste es intenso, duradero e impide salir de casa, se convierte en un problema.
Síntomas y consecuencias
- Alteración del sueño: el estar mucho tiempo inactivos en casa puede provocar sensaciones de cansancio, letargo e insomnio.
- Trastorno de la alimentación: mayor consumo de alimentos calóricos y acceso continuo a la comida.
- Dificultad de concentración y déficit de memoria.
- Falta de motivación para la realización de tareas, especialmente las del exterior
- Desasosiego e inseguridad.
- Sintomatología ansiosa y/o depresiva.
Lo anteriormente expuesto se puede traducir en malestar generalizado, desesperanza hacia el futuro, melancolía o apatía; siendo las personas mayores las más vulnerables para desarrollar este síndrome, ya que perpetuaran el estado de aislamiento por miedo a ser contagiados.
Cómo superarlo
Es importante centrarnos en nuestra emoción, identificarla y aceptarla. El miedo nos puede hacer que evitemos la situación temida.
Es útil aprender a conciliar nuestras emociones, sentirlas y gestionarlas sin que suponga una evitación, escape o bloqueo.
- Acepta el miedo, es normal tenerlo, pero no ha de paralizarnos.
- Identifica los pensamientos que dificultan la normalización de tu vida
- Establece objetivos tanto para estar en casa como para salir al exterior, no te dejes llevar por la inactividad.
- Relájate en casa o sal a pasear, ayudará a disminuir la ansiedad y poder ver las cosas con más objetividad
Si te sientes identificado con este artículo, puedes aprender algunas estrategias sobre la gestión de las preocupaciones.