Psicología infantil, transtornos, terapias y tratamientos
La detección del problema y el correcto tratamiento
Durante la etapa infantojuvenil, es frecuente que presenten algunas dificultades en el plano psicológico. Nuestro trabajo es entender y explicar tanto el desarrollo como el comportamiento del menor. Una correcta detección y el tratamiento de las alteraciones del desarrollo es importante para la mejoría del problema actual y para la prevención de posibles psicopatologías en la edad adulta. Nuestro ámbito de actuación se extiende desde problemas emocionales, sociales, afectivos o de aprendizaje.
Actualmente existe una mayor concienciación sobre la necesidad de la figura del psicólogo para el tratamiento infantojuvenil y así evitar una acentuación o generalización del problema. No obstante, en ocasiones puede que se dude sobre si lo que le ocurre al menor es objeto de atención psicológica o, por su parte, son comportamientos o miedos que son propios de la edad y que por lo tanto no requieren ningún tipo de intervención más allá de la información sobre los mismos.
Entre los trastornos más habituales que pueden presentar los niños y para los que existe tratamiento desde la psicología cognitivo conductual, en nuestro centro tratamos los siguientes:
Trastornos relacionados con la ansiedad
Se habla de fobias infantiles cuando aparecen miedos irracionales y desproporcionados ante situaciones que no deberían generar por sí mismas ningún tipo de miedo (Ej: miedo a alejarse solo de casa, miedo a lugares muy concurridos de gente, miedo a espacios cerrados, miedo a animales, miedo a la oscuridad, miedo a ir al colegio, entre otros).
Al niño le resulta difícil controlar este estado y evita enfrentarse a estas situaciones. Como cualquier trastorno de ansiedad, las fobias también se asocian a síntomas: cefaleas, dolor abdominal, vómitos, pesadillas, alteraciones del sueño, tensión, disminución de peso, inquietud, hipervigilancia, dificultad de concentración, entre otros.
Una fobia infantil puede acarrear graves consecuencias en el desarrollo del niño o niña, así como, comorbilidad con trastornos depresivos y de ansiedad.
La mayor parte de las fobias de las personas adultas surgen en la infancia, y se agravan con el tiempo. Las fobias infantiles tienen tratamiento.
Se habla de ansiedad generalizada cuando surgen preocupaciones y miedos excesivos y anticipatorios en los niños acerca de los distintos ámbitos de la vida diaria: rendimiento escolar, actividades deportivas, preocupaciones familiares…
A diferencia de los adultos, los niños no se dan cuenta de que en determinadas ocasiones su ansiedad sobrepasa los límites aceptables.
Al niño le resulta difícil controlar este estado. Los síntomas que suelen aparecer son: miedos y preocupaciones excesivas, fatiga, dolores musculares y estomacales, cefaleas, alteraciones del sueño, facilidad para el sobresalto, irritabilidad, sensación de “nudo en la garganta”.
La consecuencia es que, al encontrase en un estado de activación permanente pueden producirse consecuencias para el organismo, ya sea en forma de alteraciones físicas o desarrollando otros trastornos de ansiedad, trastornos del ánimo u otras psicopatologías. La ansiedad generalizada tiene tratamiento.
Se habla de fobia social cuando aparece un miedo intenso a enfrentarse a situaciones sociales. Estas incluyen miedo a iniciar conversaciones, actividades no estructuradas entre sexos, hablar en clase, etc. El niño tiende a evitar estas situaciones y a aislarse, normalmente por temor a ser humillado o ridiculizado.
Como cualquier otro trastorno relacionado con la ansiedad, lo ligamos a una serie de síntomas: sudor frío, corazón desbocado, dolor de estómago, mareos, llanto, excesivo enrojecimiento (lo que todavía acentúa más los síntomas), entre otros.
La consecuencia, es que a edades infantiles además de alteraciones clínicas ligadas a trastornos depresivos o de ansiedad, interfiere en el rendimiento y asistencia académica.. La aparición de picos de ansiedad social, sin el adecuado tratamiento, puede persistir hasta la edad adulta, así como aumentar el riesgo de depresión o u otras psicopatologías posteriores. Por tanto, es importante su tratamiento.
Se habla de ansiedad por separación cuando los niños tienen a menudo dificultad en dejar a sus padres para ir al colegio, quedarse en casa de un amigo o estar solo en casa. La ansiedad por separación puede ir acompañada de depresión, tristeza, rechazo o miedo a la posible desaparición de un familiar. Después de que el niño haya superado esta etapa en forma exitosa, la ansiedad por separación puede retornar durante períodos de estrés en los que buscarán la seguridad y protección de los padres sufriendo si no es posible esa cercanía. Entre los síntomas más evidentes aparecen los miedos a quedarse solo, la preocupación por la que le pase algo a los padres, dolores físicos constantes, constante negación a ir a la escuela sin los padres, pesadillas, alteraciones del sueño… La ansiedad por separación se puede tratar.
Las obsesiones se definen como ideas, impulsos o imágenes mentales recurrentes que el niño no puede evitar aunque no le gusten y que le producen mucha ansiedad o estrés como temor a contaminarse, a causar daño a otro, que les pase algo a los padres, familia, etc.,
Las compulsiones se definen como comportamientos repetitivos desde lavarse las manos, ordenar cosas, asegurarse de cosas o acciones mentales como contar, repetir palabras, rezar que el niño se siente empujado a hacer en respuesta a una obsesión o según reglas particulares aplicadas rígidamente para prevenir o reducir la ansiedad o evitar que pase algo malo tanto a uno mismo como a los demás.
Normalmente este trastorno empieza a evidenciarse entre los 10 y los 12 años de edad, siendo muy frecuente la existencia de antecedentes familiares con este trastorno o bien un carácter obsesivo.
Aunque normalmente aparece en la adolescencia, puede aparecer en la infancia. La sintomatología es la misma que en los adultos, entre otros:
- Fuertes latidos del corazón.
- Sudoración de manos.
- Hiperventilación.
- Tensión muscular.
- Dolor de cabeza y estómago.
- Miedo a morir o perder el control.
- Evitación de situaciones.
Al igual que los adultos, los niños pueden sufrir un trastorno por estrés postraumático si en el pasado tuvieron algún evento traumático, que puede causarle miedo, desesperanza o un horror exagerado.
Entre la sintomatología más común encontramos:
- Reexperimentación continua del hecho traumático.
- Pesadillas relacionadas con el hecho traumático.
- Pérdida de interés por las cosas que antes disfrutaba
- Dificultad para dormir.
- Disminución de la atención.
- Aislamiento.
- Preocupación.
- Ansiedad.
- Evitación.
Se considera el mutismo infantil un problema en la inhibición del habla, que suele aparecer entre los 3 y los 8 años de edad, acentuándose en la etapa escolar. En este caso el niño/a es capaz de hablar y de comprender el lenguaje perfectamente, pero tiende a inhibirlo en determinados contextos en los que se siente menos cómodo y seguro y ante determinadas personas. Por ello se denomina mutismo selectivo.
Nuestra evaluación iría orientada a conocer el origen de este problema, ya que aunque de primera mano tiene como origen la ansiedad ante situaciones sociales, estaría relacionado con la combinación de distintos factores: afectivos, conductuales y emocionales que podrían cronificarlo. Nuestro tratamiento iría enfocado tanto al problema en sí como a los distintos factores que lo desencadenaron y mantienen.
El mutismo infantil tiene tratamiento, siendo necesario para evitar psicopatologías posteriores.
Trastornos del estado de ánimo
Depresión Infantil:
Aunque los estados de ánimo suelen subir y bajar en función de las situaciones de las que nos vamos rodeando, en los niños es más difícil que los periodos de bajo ánimo sean duraderos, por lo que nos puede servir de orientación para comprobar si existe o no un trastorno. Notaremos un cambio importante de comportamiento en el niño respecto a cómo era hasta ese momento. Nuestra labor será encontrar el origen del mismo, puesto que puede aparecer enmascarado por otro.
Entre los síntomas más comunes encontramos:
- Apático, sin interés por las cosas que le atraían
- Triste sin causa aparente
- Capacidad de disfrute disminuída
- Con ansiedad y agitación
- Muy irritable
- Alteración del sueño ( insomnio por la noche e hipersomnia por el día)
- Muy fatigado, sin energía
- Alteración de hábitos alimentarios
- Dificultades en la concentración
- Frases negativas sobre sí mismo
- Tema de la muerte muy presente
La depresión infantil pude cronificarse si no se trata a tiempo, por lo que es importante su tratamiento.
Trastornos de la conducta alimentaria
Al igual que en los adultos, los niños se niegan a comer por el temor intenso a engordar, debido a que tienen una imagen completamente distorsionada de sí mismos. Además, combinan esta falta de ingesta con episodios de ingesta descontrolada de alimentos, con la posterior provocación de vómitos, toma de laxantes…
Al igual que en los adultos es un trastorno más frecuente en el género femenino, cuyos síntomas en los casos más graves son : hipotensión, estreñimiento, pérdida de caracteres sexuales secundarios, alteraciones en la piel…
Las principales consecuencias se encuentran a todos los niveles: académico, social y familiar. Además es un trastorno que si no se soluciona a tiempo se agrava y repercute en la vida adulta del individuo, puesto que además aparece ligada a alteraciones emocionales como la depresión o cualquier otra psicopatología. La anorexia nerviosa en niños necesita tratamiento.
Se habla de bulimia nerviosa cuando el niño o la niña ingiere comida de manera descontrolada acompañado de vómitos para impedir el incremento de peso. Su detección es más difícil que en la anorexia, porque aquí el niño se encuentra en su peso o incluso por encima de él.
La sintomatología general de la enfermedad consiste en:
1. Episodios recurrentes de ingesta voraz
2. Sensación de pérdida de control sobre lo que se come
3. Conducta compensatoria para no ganar peso: vómitos
4. Preocupación por la imagen y el peso
5. Los atracones se realizan a escondidas por vergüenza ante los demás.
Al igual que la anorexia, tiene trascendencia en todos los ámbitos de la vida del niño. Se liga también a distintas psicopatologías, como ansiedad y depresión, por lo que es de especial importancia su tratamiento.
Trastornos del control de esfínteres (orina y heces)
Enuresis y Encopresis
El control de esfínteres en niños está relacionado con la maduración, por lo que su alcance va a variar en cada niño. Como edad orientativa, podemos hablar de que a los cuatro años por norma general debería existir ese control (de día y de noche).
En caso de que esto no se haya conseguido, es necesario hacer una evaluación para saber qué y por qué está pasando. En el caso de que se trate de la emisión involuntaria de orina por el día, por la noche, o en los dos momentos, más allá de los cuatro años, hablaremos de enuresis.
En el caso de que se trate de la emisión involuntaria de heces por el día, por la noche o en los dos momentos, más allá de los cuatro años, hablaremos de encopresis. Nuestra labor será evaluar la causa que ha desencadenado dichas conductas problema de vejiga, inicio tardío del hábito, factor hereditario… en casos de encopresis primaria y si se ha desencadenado cualquier situación reciente, traumática, nueva y desconocida para el niño que hayan desencadenado estas conductas: encopresis secundaria).
Por tanto nuestro tratamiento irá enfocado según las causas que lo hayan desencadenado, orientando a los padres en el uso de determinadas técnicas y estrategias que pueden utilizar para que estas conductas disminuyan y trabajando con el niño para facilitarle el control.
La enuresis y la encopresis tienen tratamiento
Trastornos por déficit de atención con o sin hiperactividad
Aunque inicialmente se desconocen las causas de este trastorno, se postula que se deba a un desequilibrio entre los neurotransmisores encargados del autocontrol y la inhibición del comportamiento adecuado. Dentro de este tipo de trastorno podemos encontrar:
- Niños con problemas de atención, cuyos síntomas principales son: no prestar atención a los detalles, dificultad para mantener la atención en cosas lúdicas, no finalizar tareas ni mantener la atención, dificultad en la organización de las tareas, distracción fácil ante estímulos irrelevantes, descuido de actividades diarias, problemas de concentración etc.
- Niños con comportamiento impulsivo y falta de control motor, cuyos síntomas principales son: responder antes de haber acabado las preguntas, dificultad para guardar el turno, interrumpe en las actividades de otros, hacen o dicen lo primero que se les pasa por la cabeza…
- Niños con trastorno combinado o ( TDAH), cuyos síntomas principales son: movimiento excesivo de pies y manos, se levanta en clase o en situaciones en las que debería estar sentado, corre o salta excesivamente en situaciones inapropiadas, habla en exceso, idea de estar siempre activado, problemas de atención etc.
Para entender mejor el comportamiento y reacciones de estos niños es importante saber que este trastorno está asociado a otros, siendo los más frecuentes: trastornos del lenguaje, problemas de percepción motora, dificultades de aprendizaje, bajas relaciones y habilidades sociales, oposicionismo, negativismo, problemas emocionales…
Nuestra labor será hacer una correcta evaluación del niño para luego enfocar nuestro tratamiento hacia el niño y los padres, según la sintomatología que presenta y los trastornos asociados.
Trastornos de lectura y escritura
Aparece cuando el niño no tiene asumidos los objetivos psicopedagógicos propuestos al inicio del curso y pasa al siguiente, produciéndose problemas de aprendizaje. Nuestro tratamiento irá encaminado a enseñar al niño nuevas estrategias, planificación del tiempo, aprendizaje de técnicas de estudio etc para que sea capaz de adquirir las competencias que necesita. También enfocaremos nuestro tratamiento hacia aquellas variables en las que el niño pueda presentar mayores déficits y que le sean necesarias para conseguir el objetivo ( Ej: potenciar la atención, la concentración, la memoria; el razonamiento verbal, abstracto y numérico). También trabajaremos la motivación como variable fundamental.
La lectura y escritura resultan ser estrategias complejas, aún para la mayoría de los niños que aprenden a leer y escribir sin dificultad. Sin embargo, contando con el grado de maduración determinado y con un ambiente pedagógico favorable, los niños son capaces de acceder al dominio de la lectoescritura. No obstante, la lectura y la escritura pueden convertirse en un laberinto para niños totalmente normales en otros aspectos de su desarrollo, pero que presentan problemas específicos de lectura y escritura.
Nuestro tratamiento irá enfocado a la reducción de los errores de lectura y escritura ( Ej: omisiones, rotaciones, inversiones, sustituciones, adiciones etc), que están condicionando el rendimiento escolar del niño en las distintas materias.
A veces, los fallos que los niños cometen en lectoescritura o matemáticas suelen atribuirse a niveles inferiores de inteligencia. Ésto no es así. Entendemos por discalculia la variedad de problemas que presentan los niños relacionadas con la adquisición de habilidades matemáticas. Las causas de este problema son variadas (problemas de lectura, comprensión o estrategias inadecuadas a la hora de enfrentarse a las matemáticas). Nuestra labor será evaluar en qué falla el niño realmente, conocer cuál es el origen o las causas del mismo enfocar nuestro tratamiento acorde a ellas. Nuestro objetivo es que el niño supere estas dificultades y con tratamiento es posible.
Problemas de comportamiento en los niños
A partir de los 6-7 años los niños ya empiezan a ser conscientes de las mentiras, generando sentimientos de culpa. Aunque sus causas pueden ser varias ( por imitación de adultos, por complacer, por no hacer daño, por su personalidad, por evitar castigos o chulería…). Nuestro tratamiento se centrará principalmente en niños que utilizan la mentira como manera de llamar la atención y en niños que no distinguen lo real de lo imaginario. Por tanto, es importante que encontremos mediante nuestros tratamientos las causas que le llevan a mentir para poner solución.
Lo calificamos como un problema de conducta cuando el robo pasa a convertirse en un hábito. Las causas pueden ser variadas: impulso, culpabilidad, agresividad, carencia afectiva…
Nuestro tratamiento irá encaminado a la disminución de dicha conducta y lo enfocaremos según la causa encontrada.
- Agresión física
- Agresión verbal
- Autoagresión ( conductas de auto lesión y suicidio)
- Agresión contra los demás
Los problemas de agresividad suelen aparecer en los niños por distintas causas. Este problema puede está relacionado con una clara sintomatología:
- Tristeza
- Pérdida de interés por las cosas que le rodean
- Pérdida de apetito
- Alteraciones del sueño
- Decir cosas negativas sobre sí mismos
Nuestro tratamiento irá orientado a determinar aquellas causas que lo originan para descartar la existencia de cualquier otro trastorno y el aprendizaje de las estrategias de autocontrol necesarias que puedan estar fallando.
En ocasiones, los niños intentan retar a los padres para conseguir comer solamente aquello que les gusta. A veces, los padres no saben cómo actuar y actúan sin querer, fomentando dichas conductas. Es importante que aprendan a actuar de la mejor manera posible. Estos problemas se pueden evitar con una adecuada planificación y tratamiento.
Evaluación de la inteligencia y los procesos básicos
En ocasiones, los niños no obtienen los resultados que se espera de ellos acordes a su esfuerzo. Es importante conocer cuáles son los factores que puedan estar interfiriendo en el rendimiento. Por un lado, es importante conocer su nivel de inteligencia, puesto que si está por encima o por debajo será necesario hacer una serie de adaptaciones a nivel académico para impedir que se desarrollen otras problemáticas (ej: problemas de autoestima).
En otros casos, serán los procesos básicos los que puedan estar interfiriendo en el rendimiento. Como procesos básicos entendemos:
- Atención
- Concentración
- Memoria
- Razonamiento verbal
- Razonamiento numérico
Nuestro objetivo es, por tanto, hacer una evaluación directa o complementaria tanto de la inteligencia y/o procesos básicos para conseguir el rendimiento de los niños conforme a sus capacidades y enfocar así nuestro tratamiento. También controlaremos otras variables que pueden estar interfiriendo en el mismo:
- Sobrecarga o exceso de activación
- Motivación
- Autoestima o auto concepto
Trastornos del sueño en niños
A medida que los niños van creciendo van necesitando menos horas de sueño, sin embargo, al igual que en los adultos también pueden presentar distintos problemas o patologías, bien en la conciliación, o bien en el mantenimiento del sueño.
Entre estos trastornos podemos encontrar:
Normalmente, los niños que presentan esta patología no consiguen dormir en los momentos iniciales, pero cuando consiguen dormir, lo mantienen. El problema que se presenta aquí es la dificultad a la hora de levantarse, ya que se han dormido tarde. Si este es el caso, es posible solucionarlo con tratamiento, consiguiendo que el niño vuelva a recuperar los hábitos del sueño mediante una serie de pautas que daremos a los padres.
Al igual que en los adultos, en los niños el insomnio puede deberse a dificultades tanto para quedarse dormidos ( insomnio inicial), como en la capacidad para volverse a dormir una vez que se han despertado (insomnio avanzado).
Este trastorno se debe a distintas causas, como pueden ser:
- Malos hábitos del sueño
- Sobreprotección o incoherencia normativa
- Alguna situación complicada, novedosa, que no sepa afrontar
- Ansiedad
- Miedo a la oscuridad
- Problemas puntuales en el entorno
- Pensamientos obsesivos
- Existencia de pesadillas
- Preocupaciones excesivas
Nuestra labor será conocer qué es lo que está causando este problema en el niño para enfocar nuestro tratamiento según la causa que lo desencadene. Lo haremos a través de una entrevista inicial con los padres, y posterior evaluación del niño para conseguir que el niño recupere cuanto antes hábitos correctos de sueño. Es posible con nuestro tratamiento.
Aunque suelen desaparecer con la edad, en muchos niños son frecuentes. Las pesadillas se relacionan con hechos no reales, salvo en niños en los que hayan sufrido algún acontecimiento traumático. Suelen ocurrir en la segunda mitad de la noche y se recuerdan con detalle.
El mayor inconveniente de las pesadillas es el grado de activación que genera en el niño, dificultando que se pueda dormir posteriormente, que quiera dormir en su cama, que empiece a tener miedo a la oscuridad… y empiece a plantear problemas a la hora de ir a la cama ( rabietas, pataletas, llamadas de atención…).
Nuestra labor pasa por conocer si las pesadillas guardan relación con algún acontecimiento traumático sufrido por el niño para poder orientar nuestro tratamiento, que irá enfocado tanto al niño como a los padres para fomentar la independencia del niño a la hora de dormir.
Al igual que las pesadillas, los terrores nocturnos suelen desaparecer a medida que el niño va creciendo, en concreto en la adolescencia. A diferencia de las pesadillas, en éstos, el niño se levanta en la cama y se muestra nervioso, pero no llega a despertarse ni a recordar nada de lo que ha pasado. Es difícil incluso que los padres logren despertarlo.
Nuestra evaluación irá destinada a conocer las causas que desencadenan dichos terrores, ya que pueden ser varias:
- Tensión emocional
- Fatiga
- Hechos traumáticos recientes (muerte de un ser querido, hospitalizaciones…)
- Estrés o ansiedad
Una vez conocidas las causas, enfocaremos nuestro tratamiento, dirigido tanto a los padres como al propio niño.
La disminución y desaparición de los terrores nocturnos es posible con nuestro tratamiento.
Acompañando a los terrores nocturnos podemos encontrar que el niño se levante de la cama de manera repentina y comience a deambular, mientras pronuncia alguna palabra.
Aunque las causas son desconocidas, ya que hay varios factores que lo pueden propiciar ( genéticos, psicológicos, deprivación de sueño etc), es necesario conocer las pautas de afrontamiento o tratamiento del sonambulismo.
Duelo infantil
Entendemos por duelo al estado de pensamiento, sentimiento y actividad que se produce como consecuencia de la pérdida de una persona o cosa amada, asociándose a síntomas físicos y emocionales. Cuando hablamos de pérdida nos referimos a cualquier separación de una persona querida, un animal o una cosa. En el caso de los niños, puede ser por ejemplo el divorcio de los padres, un cambio de escuela, la muerte de una mascota muy querida…Aunque el duelo en la infancia es similar al de los adultos, difiere en la forma de procesamiento. Por ello es importante ayudar al niño a comprender esa pérdida sin que suponga un hecho traumático toda su vida.
Nuestra labor será identificar y hacer comprender al niño las distintas fases o etapas por las que va pasando (shock, negación, ira o cólera, culpa, tristeza o depresión y aceptación), teniendo siempre en cuenta las emociones, sentimientos y reacciones (miedos, conductas regresivas, pesadillas, ansiedad, disminución del rendimiento académico, vergüenza, desesperanza, agresividad…) que se consideran propias, normales en cada etapa y enseñarles a adaptarse a una nueva situación de la que muchas veces les mantenemos alejados con el objetivo de que no sufran.
Por tanto, nuestro tratamiento iría enfocado a que el niño recupere su ajuste emocional, físico, psicológico y social tras la pérdida de ese ser querido/ vínculo afectivo, así como la disminución de todas esas sentimientos, emociones y reacciones que son consecuencia de dicha pérdida. La recuperación del ajuste emocional, físico, psicológico y social es posible con tratamiento.
Escuela de padres
A veces los padres presentan dudas acerca de si ciertos comportamientos o ciertas reacciones que se dan en los niños son o no normales, se plantean si la forma que tienen de corregir los comportamientos de sus hijos son o no las más adecuadas, se preocupan en exceso por no conseguir mejorar la actitud de los niños ni su comportamiento, sintiéndose culpables o avergonzados por ello. En otros casos, se plantean que los niños puedan estar atravesando un problema grave, sin que esto esté pasando, o viceversa, ignorando que ciertos síntomas, comportamientos o reacciones tienen un desencadenante, que en muchas ocasiones desconocen.
Nuestra labor en este caso, será como siempre realizar una entrevista con los padres y en función de los resultados obtenidos en esa entrevista, valoraremos si es necesario hacer la evaluación del niño para trabajar si es necesario con el niño y los padres o sólo con los padres.
En caso de no encontrar ningún desencadenante importante que requiera de nuestra ayuda y de la colaboración del niño, nuestra labor o tratamiento iría enfocado a trabajar con los padres para conseguir resolver las dudas que nos planteen, enseñarles estrategias de cara a la educación, normalizar reacciones, sentimientos, emociones que el niño pueda presentar en un momento o etapa de su vida, o iniciar el tratamiento en caso de que encontrásemos un problema desencadenante, según la demanda que se nos plantee.
Es posible poner solución a los problemas que los niños nos plantean si empleamos las estrategias correctas. Con orientación, será más fácil.
Acoso escolar o Bullying
Con acoso escolar nos referimos particularmente a una situación en la que se están dando una serie de actuaciones hostiles hacia alguien de forma continuada. Aunque existen varios tipos de acoso: físico( paliza, arañazos…), psicológico ( aislar, ridiculizar, marginar, insultar) acoso a través de redes sociales o ciberbullying, en todas ellas la persona, niño/a que recibe el acoso va a experimentar una serie de síntomas y reacciones desencadenadas por la situación de acoso que está viviendo (ansiedad, conductas agresivas, miedo, pesadillas, disminución de rendimiento académico, aspecto triste, desinterés por las cosas que antes le gustaban, ausencia escolar, baja autoestima, pensamientos negativos hacia sí mismos, escasas relaciones sociales…), que se pueden ir cronificando si no se tratan a tiempo y extendidas a la vida adulta.
Debemos tener en cuenta que normalmente el niño/a que recibe acoso tiende a encubrirlo y no decir nada de lo que están viviendo, muchas veces por miedo, otras por vergüenza, lo que nos puede dificultar como padres darnos cuenta de lo que nuestro niño/a está viviendo.
Si existe cualquier sospecha de que un niño/a esté pasando por una situación de este tipo, debemos poner solución cuanto antes. Para ello, haremos como siempre una primera entrevista a los padres y, posteriormente, haremos una evaluación del niño para conocer mejor la situación por la que está pasando y qué sintomatología asociada presenta. Nuestro tratamiento va enfocado a que el niño adquiera las estrategias necesarias para resolver cuanto antes el conflicto y también para trabajar la sintomatología asociada a estas situaciones de acoso.
Aprender a afrontar este problema y la disminución de los síntomas que se asocian a él es posible con tratamiento.
Trastorno o síndrome de Asperger
El síndrome de Asperger es un trastorno neurobiológico del desarrollo, que se incluye dentro de los trastornos del espectro autista. A diferencia del autismo clásico, los niños con Síndrome de Asperger pueden no presentar ningún retraso en el desarrollo del lenguaje y suelen tener un vocabulario elevado a etapas tempranas. Tampoco suelen presentar retrasos en el desarrollo cognitivo, por lo que su inteligencia es igual o superior a la media. Como ocurre con cualquier otro trastorno, no existen dos niños iguales y cada caso puede tener características específicas, si bien todos ellos presentan anormalidades en tres aspectos del desarrollo: habilidades y relaciones sociales, en el uso comunicativo del lenguaje y en tener comportamientos repetitivos y perseverantes con una limitada gama de intereses.
Las características principales del niño con Síndrome de Asperger son:
- Falta de interés en relacionarse con niños de su misma edad.
- Ausencia de juego interactivo y social.
- Lenguaje excesivamente mecánico, que sólo supone problema a la hora de utilizarlo con fines comunicativos.
- Tono de voz monótono, pausado, excesivamente alto…
- Dificultad para reconocer las emociones propias y las de las demás personas.
- Intereses muy restringidos y limitados: horarios de trenes, colecciones de objetos poco usuales…
- Comportamientos inadecuados socialmente.
- Baja tolerancia a la frustración y grandes rabietas ante cambios inesperados en la rutina (Rigidez excesiva).
- Fijaciones hacia temas u objetos concretos – Obsesiones.
- Comprensión literal del lenguaje (dificultad para entender ironías, hacer inferencias…).
- Ausencia de contacto ocular y pobre expresión facial y gestual
- Torpeza motora.
- Aleteo repetitivo con los dedos, manos o pies.
- Baja motivación y problemas escolares.
- Agresividad.
En algunos casos el S.A. va asociado a otro tipo de trastornos y patologías, como por ejemplo: Trastorno de déficit de atención con/ sin hiperactividad, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno específico del lenguaje, ansiedad, depresión, problemas de autoestima…
Es necesario hacer una evaluación exhaustiva de cada niño, a través de la observación directa y de la información aportada por los familiares del niño para enfocar a cada caso concreto el tratamiento necesario.
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